viernes, 1 de mayo de 2009

El Gobierno sabía los riesgos



Por Anabel Hernández
30 Apr 2009

Un documento del gobierno federal clasificado por razones de “seguridad nacional” tenía previstas una serie de medidas para evitar y, dado el caso, enfrentar una pandemia como la que hoy padece México.


En la Agenda Nacional de Riesgos (ANR) 2007-2012 aprobada por el Consejo de Seguridad Nacional se previó el riesgo de una pandemia que podría ser provocada por la mutación de la influenza aviar a otros animales e, incluso, a los seres humanos.

De acuerdo al contenido de dicha agenda, que fue elaborada por el Centro de Investigación y Seguridad Nacional, había tres factores de preocupación: la escasez de vacunas y medicamentos, la proliferación de medicinas pirata y la vulnerabilidad de los puntos de entrada a México, como fronteras, puertos y aeropuertos.

Desde 2007, el gobierno mexicano tenía prevista una serie de medidas que se debían adoptar para prevenir una pandemia. Y el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen), dependiente de la Secretaría de Gobernación, tenía la responsabilidad de realizar tareas de “inteligencia” para detectar oportunamente las señales de riesgo.

Aunque la ANR es un documento clasificado por el Cisen por razones de “seguridad nacional”, Reporte Índigo tuvo acceso a su contenido y consideró oportuno revelar las previsiones hechas sobre la emergencia sanitaria que vive México desde hace una semana.

El documento

En julio de 2007, el Cisen señaló que una de las amenazas para la seguridad nacional de México en los siguientes cinco años –además del narcotráfico, los grupos armados e incluso el terrorismo– era el riesgo de una pandemia provocada por la mutación de la gripe o influenza aviar, en particular la cepa H5N1.

“El mayor riesgo es que el virus sufra una mutación que le permita superar la barrera de la especie y logre infectar a otras especies animales, incluido el hombre”, señala la Agenda Nacional de Riesgos 2007-2012 elaborada por el Cisen y aprobada por el Consejo de Seguridad Nacional.

En la Agenda Nacional de Riesgos correspondiente a 2008, basada “en el análisis de los riesgos y amenazas detectadas para el periodo 2007-2012“, a la cual también tuvo acceso Reporte Índigo, se vuelve a puntualizar el riesgo de una pandemia provocada por la mutación del virus de la influenza aviar.

El documento considera que esta posibilidad era un “factor de riesgo para la viabilidad del país”.

El pasado miércoles 29 de abril, a seis días de haberse declarado la emergencia sanitaria en México, la Organización Mundial de la Salud (OMS) elevó a 5 el nivel de alerta. Ese día, la influenza porcina fue declarada pandemia inminente.

La pesadilla prevista desde 2007 se volvió una realidad.

“Nadie puede pronosticar el momento en el cual el virus H5N1 vaya a mutar y pueda infectar al hombre, por lo que los sistemas de alarma mundial se mantienen en alerta permanente”, señala la ANR 2007-2012.

De acuerdo a lo programado en dicho documento, el gobierno mexicano debió tomar una serie de medidas para reducir el riesgo y, en caso de presentarse una pandemia, enfrentarla exitosamente.

Desde hace dos años se planeó “fomentar acuerdos con líneas de transporte aéreo y marítimo para instrumentar medidas de protección, construir un programa de alerta temprana para reducir el riesgo de ingreso de una pandemia y establecer un programa de reacción para el caso de brote pandémico en el territorio nacional”.

Así mismo, se determinó estar al pendiente de varios “factores de atención”: “surgimiento de brotes de gripa aviar en distintas especies animales, aparición de casos de seres humanos infectados por el virus H5N1 o alguna mutación del mismo y aparición de personas infectadas por algún padecimiento evaluado como altamente infeccioso por la Organización Mundial de la Salud”.

De acuerdo a la Ley de Seguridad Nacional, el Cisen era la institución responsable de realizar ese monitoreo.

Tenía la obligación de hacer un trabajo permanente de inteligencia para detectar de manera oportuna el riesgo inminente, construir escenarios y proporcionar al gobierno los instrumentos para tomar las mejores decisiones.

Hoy se sabe que desde diciembre pasado se supo de un caso de influenza porcina en Perote, Veracruz, según informó el lunes pasado el subdirector estatal de Prevención y Control de Enfermedades de la Secretaría de Salud y Asistencia (SSA), Alejandro Escobar Mesa. Aunque no se tiene certeza de que ése haya sido el primer caso en el territorio nacional.

Con base en la información proporcionada por las autoridades sanitarias de México y organismos internacionales, no se ha confirmado que exista una relación entre el virus de la influenza aviar H5N1 y la nueva variante del virus H1N1, que es el que causa la influenza porcina.

Expertos de la FAO han señalado que es común que ciertos virus de gripe porcina contengan genes del virus de gripe aviar, pero la evolución de estos virus combinados había sido muy limitada hasta ahora.

La Organización Mundial de la Salud bautizó al nuevo virus como A 2009 H1N1 “influenza humana”.

¿Qué es la ANR?

“La Agenda Nacional de Riesgos es un instrumento de alerta temprana de situaciones extremas potenciales, a la vez que delinea ejes de coordinación para los integrantes del Consejo de Seguridad Nacional y otras instituciones convocadas”, señala la ANR 2007-2012.

Se afirma que “México está inmerso en múltiples procesos de cambio interno enmarcados en un complejo entorno global. Esto conlleva la necesidad de revalorar y redimensionar los elementos contenidos en la definición de Seguridad Nacional, así como identificar nuevos riesgos”.

Con base en lo anterior, se dio un nuevo enfoque a la ANR: “Incorpora ámbitos que tradicionalmente no han sido considerados riesgos para la Seguridad Nacional. Por ello, incluye aspectos que en tiempos de normalidad de la economía, la sociedad y la política no representarían una amenaza a la seguridad nacional y ciudadana, y que ahora pueden vislumbrarse como tal”.

En su información oficial, el Cisen informa que “La Agenda Nacional de Riesgos (ANR) es un documento de corte ejecutivo presentado anualmente en el seno del Consejo de Seguridad Nacional con base en la propuesta formulada por el Centro de Investigación y Seguridad Nacional. De acuerdo a la Ley de Seguridad Nacional promulgada en el año 2005, el Cisen tiene la atribución de ‘elaborar los lineamientos generales del plan estratégico y la Agenda Nacional de Riesgos’”.

El Consejo de Seguridad Nacional, que es la instancia responsable de aprobar la ANR, es presidido por el presidente de México, el secretario de Gobernación –quien funge como secretario ejecutivo– y los secretarios de Defensa Nacional, Marina, Seguridad Pública, Hacienda y Crédito Público, Función Pública, Relaciones Exteriores, Comunicaciones y Transportes, el procurador general de la república y el titular del Cisen.

También tiene una Secretaría Técnica. De diciembre de 2006 a abril pasado, esa área estuvo a cargo de Wanda Sigrid Artz Colunga, cuyo único mérito conocido públicamente fue el de ser consejera suplente de Virgilio Andrade Martínez en el Instituto Federal Electoral, a propuesta del PAN, en los tiempos de Luis Carlos Ugalde.

Desde el pasado 7 de abril, el secretario técnico es Monte Alejandro Rubido García, el efímero secretario ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, que depende de la Secretaría de Seguridad Pública federal (SSP).

Según lo estipulado en la Ley de Seguridad Nacional, el secretario de Salud no forma parte del Consejo de Seguridad Nacional.

La ley estipula que el Consejo de Seguridad Nacional tiene la responsabilidad de realizar “la evaluación periódica de los resultados del Programa de Seguridad Nacional y el seguimiento de la Agenda Nacional de Riesgos”.

“La Agenda Nacional de Riesgos es un instrumento, entre otros, de coordinación y seguimiento de esfuerzos de las instancias de seguridad nacional y de cooperación con entidades federativas y Municipios, por una parte, y con Estados y Organismos Internacionales, por el otro. En ese contexto, la Agenda Nacional de Riesgos es una guía de temas y fenómenos respecto de los cuales el Centro de Investigación y Seguridad Nacional debe generar inteligencia”.

Esto significa que el Cisen debió producir “el conocimiento especializado que el Gobierno requiere para tomar las mejores decisiones posibles respecto de fenómenos que imponen un obstáculo al logro del interés nacional o una amenaza a la seguridad nacional”.

Debió haber realizado esa tarea de inteligencia a partir de la recolección, procesamiento, diseminación y explotación de información.

Otra instancia involucrada en la ANR es la Comisión Bicameral de Seguridad Nacional, integrada por tres diputados y tres senadores de todos los partidos políticos.

Según la Ley de Seguridad Nacional, dicha comisión tiene atribuciones para “conocer el proyecto anual de la Agenda Nacional de Riesgos y emitir opinión al respecto”.

De acuerdo a la información obtenida por Reporte Índigo, los integrantes de la Comisión Bicameral no han tenido acceso a la Agenda Nacional de Riesgo por razones de confidencialidad y seguridad nacional.

El diagnóstico

La Ley de Seguridad Nacional contempla la elaboración anual de una Agenda Nacional de Riesgos.

Sin embargo, a principios de la administración de Felipe Calderón, se tomó la decisión de elaborar un documento para cubrir los seis años de gobierno.

Se detectaron siete ámbitos de riesgo: seguridad, democracia, sociedad, economía, medio ambiente, instituciones de gobierno y entorno internacional.

En el apartado “Medio Ambiente” se previó el riesgo de una pandemia.

“Los desastres naturales, las amenazas al entorno ecológico, las crisis de disponibilidad de agua, bosques y tierra, así como posibles pandemias son factores de riesgo para la viabilidad de la Nación, señala el documento.

“Las pandemias han estado presentes a lo largo de la historia de la humanidad. La peste (siglo XIV), la viruela (siglo XVI), el cólera (siglos XIX y XX) y la gripa española (siglo XX) son los eventos más relevantes. Normalmente provocan centenares de miles de muertes, tal como la gripa española, que entre los años 1918 y 1919 causó 25 millones de fallecimientos.

“La humanidad se ha hecho más vulnerable por el aumento de la población, el incremento de la crianza doméstica de aves y animales, el crecimiento en el comercio internacional de productos de origen animal, la deficiente infraestructura de sanidad, los numerosos viajes entre países y la mayor sensibilidad de la población a agentes patógenos por el exceso en el uso de medicamentos y las condiciones de mala nutrición.

“La enfermedad que podría convertirse en pandemia es la gripa aviar, en particular la cepa H5N1. En la actualidad el virus ataca a las aves y sólo se tienen detectados 177 casos de seres humanos que se infectaron, de los cuales 98 fallecieron. En sólo 4 años la enfermedad se extendió por toda Asia, varios países de África y Europa.

“El mayor riesgo es que el virus sufra una mutación que le permita superar la barrera de la especie y logre infectar a otras especies animales, incluido el hombre”, señala el documento.

Sin embargo, el documento afirma que “no hay evidencia de que en el corto plazo vaya a presentarse una pandemia” y que “nadie puede pronosticar el momento en el cual el virus H5N1 vaya a mutar y pueda infectar al hombre, por lo que los sistemas de alarma mundial se mantienen en alerta permanente”.

Ante este diagnóstico, en la ANR 2007-2012 se definieron factores de atención, es decir, sucesos que debían ser monitoreados: surgimiento de brotes de gripa aviar en distintas especies animales, aparición de casos de seres humanos infectados por el virus H5N1 o alguna mutación del mismo, aparición de personas infectadas por algún padecimiento evaluado como altamente infeccioso por la Organización Mundial de la Salud.

También se definieron objetivos generales y específicos para inhibir el riesgo de una pandemia: evitar el ingreso de vectores o transmisores de enfermedades con posibilidades de pandemia y preparar mecanismos para reducir los daños en caso de pandemia.

Y se establecieron líneas de acción: fomentar acuerdos con compañías de transporte aéreo y marítimo para instrumentar medidas de protección, construir un programa de alerta temprana para reducir el riesgo de ingreso de una pandemia y establecer un programa de reacción para el caso de brote pandémico en el territorio nacional.

En la “jerarquización de riesgos” elaborada por el Cisen el año pasado, la amenaza de una pandemia de este tipo ocupaba el número 21 en una escala de 26. El riesgo número uno era la delincuencia organizada y el número 26 las actividades económicas informales.

El documento precisa otros riesgos: “pérdida de fuerza laboral por incremento de las tasas de mortalidad y morbilidad e impacto sobre la fuerza laboral”.

Aunque el riesgo de una pandemia no era prioritario para las autoridades, se planeó una estrategia de prevención: optimizar esquemas de coordinación internacional y gubernamental para atender emergencias; reforzar los controles de ingreso de personas, animales y medicamentos en aeropuertos, puertos y fronteras; controlar el tráfico ilegal de medicamentos; garantizar la seguridad y calidad de insumos para la salud (químicos y biológicos); desarrollar procedimientos estandarizados operacionales que permitan la continuidad de los negocios.

Las previsiones quedaron en el papel. La pregunta es si se llevaron a la práctica. Y de aquí se derivan otras interrogantes: ¿Desde cuándo? ¿Cuál fue la información de inteligencia recabada por el Cisen sobre la pandemia que hoy es una realidad? ¿Qué decisiones se tomaron con base en dicha información? ¿Qué resultados arrojó la estrategia?

Llegará el momento de hacer estas preguntas a las autoridades responsables.

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