domingo, 31 de agosto de 2008

Decenas de miles corean en el Zócalo el reclamo: “¡si no pueden, renuncien!”



Ignorando la instrucción de los organizadores, muchos llevan pancartas, algunas contra Calderón

Arturo Cano

A la hora programada, y a pesar de que los desesperados se habían adelantado con las estrofas cuatro o cinco veces, se canta el Himno Nacional, se apagan las luces de Palacio Nacional, los marchistas batallan para mantener encendidas sus veladoras, doblan las campanas de Catedral y el enorme sapo que Alejandro Martí soltó hace unos días se apodera del corazón del país: “¡Si no pueden, renuncien!”

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