Miguel Ángel Granados Chapa/Plaza Pública
“No hay nada que lesione tanto a México en este momento como la delincuencia y el crimen, no hay nada más indignante para la sociedad que la impunidad. Las autoridades de todo el País tenemos una gran deuda con los mexicanos. La sociedad exige de nosotros una entrega total y sin descanso, es nuestro deber garantizar la seguridad”.
Estas son algunas de las palabras presidenciales al abrir la sesión del Consejo Nacional de Seguridad Pública. No es que con trato preferencial se nos haya anticipado la versión del discurso del Ejecutivo en la reunión de esta tarde. En realidad, se trata de lo dicho por Vicente Fox en
(En más de un momento las reuniones sociales en las clases media y alta se iniciaban con una advertencia: sólo se permitía narrar un episodio de violencia de que los presentes tuvieran noticia, por haberlo padecido directamente o por comunicación comprobable. Se pedía esa contención para no dedicar íntegramente la tertulia o la fiesta a exponer y escuchar casos desgarradores, que por sí mismos y sus consecuencias alteran por siempre la vida de una persona. Hoy no resisto dedicar unas líneas al caso de un empresario que al cabo de toda una vida de trabajo ha sufrido serios quebrantos a manos de la delincuencia: el año pasado, un camión cargado de mercancía importada por él para su distribución en
Desde 1996 en que se iniciaron, las sesiones del Consejo Nacional de Seguridad Pública, algunas impulsadas por la indignación social como la de esta tarde, se han caracterizado por la verborrea, los sentimientos de culpa y la exposición de buenos deseos. Muy pocos de los acuerdos adoptados en las veintidós sesiones hasta ahora ocurridas se convirtieron en medidas que funcionan, así sea de modo insuficiente o con lentitud, como el Registro Nacional de Vehículos. Los más se pierden por completo en la esterilidad burocrática. Algunos renacen de tanto en tanto: la decisión de establecer una Academia Nacional de Policía se transformó al paso de estos años en un programa de profesionalización que tampoco se concretó.
El tema recurrente en las sesiones del consejo es el dinero. Allí se deciden los criterios de asignación del Fondo de Aportaciones para
Vamos, es que ni siquiera se ejerce lo acordado. La semana pasada Germán Martínez hizo notar que el año pasado sólo se gastó en todo el País la mitad de lo autorizado; es decir, que las entidades dejaron de ejercer 50.3% de lo que hubieran podido aplicar a programas de seguridad. Y en este año, según dijo, hay entidades que no han tocado un peso de lo que se les asignó, como Aguascalientes y el Estado de México. El DF se les aproxima con un subejercicio de 97%. En cambio, están al día en aprovechar los suministros federales del caso los gobiernos de Jalisco, Veracruz y Zacatecas.
El desorden en el ejercicio del gasto comienza por su registro deficiente. El informe que recibe el Congreso sobre las finanzas públicas asegura que de los seis mil millones de pesos del Fondo mencionado, en el primer semestre se entregaron a los estados 2,977 millones de pesos. Pero
Las pesimistas notas anteriores tienen el propósito de desalentar a los lectores que esperan de la sesión de hoy del Consejo Nacional de Seguridad Pública decisiones que por su contundencia y viabilidad hagan estremecer a la delincuencia organizada. Y tampoco mueven al optimismo las generalidades del borrador del Acuerdo Nacional para
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